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Michelle Roche Rodríguez: “Hay que montarse en el tren de los nuevos tiempos”

La escritura es una tarea que no se debe tomar a la…

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Michelle Roche. Foto: Emilio Kabchi

La escritura es una tarea que no se debe tomar a la ligera, pues enfrentarse a una hoja en blanco y ganarle a esta cuesta, cuesta muchísimo. Pero cuando se tiene una idea clara y la determinación para desarrollarla, el proceso se torna más ameno y al ver que la tinta va llenando todo el folio surge, probablemente, una sensación de “alivio”. Sin embargo, siempre la bendita cuartilla desafía durante todo el trayecto, por lo que el escritor nunca baja la guardia, no es conforme, edita, corrige infinidad de veces hasta considerar que tal vez está listo, y tal vez se ganó la batalla o, por lo menos, hizo el intento.

Pero el oficio de escribir es algo que se debe hacer todos los días con tesón, solo con la práctica se depura la escritura y en el proceso se descubre un estilo, una voz. Este arte se debe hacer con fervor y vehemencia, es decir, “Escribir pese a todo, pese a la desesperación”, en palabras de Marguerite Duras. Así ocurre con nuestro personaje para esta nueva entrega, pues ella escribe, escribe todo el tiempo.

Michelle Roche Rodríguez es una escritora venezolana que siente gran interés hacia los temas periodísticos, literarios y hacia el feminismo. De tal manera que su pluma se pasea constantemente entre la narrativa, el ensayo, cruza por los lados del periodismo y bordea la esquina de la crítica literaria; como también dicta talleres, cursos y participa en círculos de lectura sobre estos géneros. Además, colabora en medios digitales culturales venezolanos como QuéLeer y Prodavinci, también en el suplemento del periódico El Nacional “Papel Literario” y en revistas españolas como Barcelona Review, Buensalvaje, Quimera y Zenda. Y, por si fuera poco, también escribe para el portal web Colofón Revista Literario, el cual actualmente dirige. Sí, efectivamente, escribe todo el tiempo.

Foto: michellerocherodriguez.com

La razón por la que la escritora se dedica a los géneros anteriores es porque le permiten llevar una investigación de la realidad y así comprender en su totalidad. El ensayo, la crítica literaria y el periodismo son géneros que conocemos como “no-ficción” y me permiten hacer un registro de la realidad e interpretarla. Son herramientas para conocer el mundo. La narrativa, en cambio, se conecta en directo con la ficción. Se trata de la creatividad al servicio del pensamiento abstracto y la codificación de la realidad en metáforas y símbolos. Pero eso no quiere decir que sea más o menos fácil que la no-ficción. La dificultad no la veo en el género sino en el tema que me toque desarrollar.

Sin embargo, no siempre se encuentra envuelta en el golpeteo del teclado, pues tiene otros pasatiempos interesantes. Me gusta mucho el teatro y trato de ir con regularidad. También tengo un hobbie mucho más pedestre: las series policíacas. En literatura detesto el género negro; pero en la televisión, mientras más retorcida la mente de los criminales y mientras más sangrientos sus crímenes, mejor.

Su primer libro se trata de una colección de entrevistas con intelectuales venezolanos, Álbum de familia: Conversaciones sobre nuestra identidad cultural (Editorial Alfa, 2013). En esta obra, la escritora presenta diversas opiniones, las cuales intentan reconstruir el imaginario de una nación que parece haber perdido vínculos con su tradición. El fin de este libro es generar un debate que propicie la reflexión y la revisión de la identidad de los venezolanos con el objeto de entender las coincidencias entre las mentalidades que pueblan la ciudad letrada de la República Bolivariana de Venezuela. Para ello entrevistó a quince especialistas venezolanos emblemáticos en el mundo literario y de las artes: Elías Pino Iturrieta, Luis Britto García, Áxel Capriles, Carmen Hernández, Javier Vidal, Román Chalbaud, Marcelino Bisbal, Iraida Vargas, Margarita López Maya, Ana Teresa Torres, Pedro Calzadilla, Antonio López Ortega, Carlos Noguera, Gisela Kozak Rovero y José Antonio Abreu.

Foto: michellerocherodriguez.com

Con respecto a su segundo libro​, Madre mía que estás en el mito (Sílex Ediciones, 2016), es un ensayo, el cual analiza los diversos modelos femeninos partiendo del perfil de la Virgen María, pues esta representa el discurso fundacional de la femineidad en Occidente. Con esta obra, tal y como reza en su introducción,  trata de contar cómo esta maternidad casta cumple la doble función de proyectar su pureza sobre la integridad épica del llamado Hijo de Dios y de encubrir la fantasía edípica del incesto propuesto por la pareja que forman Cristo y María, mientras proclama la castidad y la abnegación como modelos esenciales para las mujeres. Más que una historia “profana” de la construcción del perfil mariano, este libro se propone su desmitificación al señalar cómo las nociones de pureza y sacrificio con que el catolicismo celebra lo femenino son estrategias imprescindibles de la elevación de la masculinidad.

Foto: michellerocherodriguez.com

En “Madre mía que estás en el mito” a la escritora le interesa reflexionar cómo es que una madre virgen, un oxímoron del tamaño del mundo, se convierte en la imagen fundamental de mujer en Occidente. Me eduqué en un colegio católico conservador que me propuso como arquetipo a una mujer imposible de emular: una madre virgen. Que además de no tener pecados no estaba inclinada a cometerlos. ¿Qué podía tener en común esa señora conmigo? En adición a eso, de pequeña no me interesaban tanto los cuentos de hadas como los relatos de la mitología griega o la egipcia, que luego se extendieron a los de otras culturas. Allí había modelos femeninos que me resultaban más comprensibles. Además, la mayor parte de mi formación lectora se concretó en los noventa, cuando entraron al canon (en especial al anglosajón) mujeres escritoras con quienes me era fácil identificarme. Si sumas estos tres aspectos, aparecerá al lado derecho del signo “igual” el ensayo Madre mía que estás en el mito.

Ahora, el pasado mes de marzo la escritora recibió una grata sorpresa, pues su conjunto de relatos Gente Decente fue honrado por jurado del V Premio de Narrativa Francisco Ayala, quienes le otorgaron el galardón correspondiente a la edición del presente año. Su obra destacó entre 330 manuscritos procedentes de diferentes latitudes debido a que su texto es el “fruto de una sólida voz narrativa”, según el jurado, por lo que la hicieron merecedora del premio de 4.000 euros y publicar la obra en formato digital.

Foto: michellerocherodriguez.com

El Premio de Narrativa Francisco Ayala se encarga, además de promover la lectura de narrativa contemporánea, divulgar las obras de nuevos autores en formatos digitales, sin embargo hay discrepancias en el asunto, pues no todos abrazan el uso de las nuevas tecnologías y plataformas. Sin embargo, Michelle considera que de esta manera el lector tiene más acceso a las obras así como se derivan otras oportunidades para el escritor. Me parece una tontería pensar que el libro digital liquidará al impreso o que existe algún tipo de competencia entre los dos formatos. Así como hay libros de tapa dura, de bolsillo y ediciones especiales, me parece lógico que existan otros en formato digital. Mi experiencia puntual con Gente decente es que llegó más rápido a mis lectores en Venezuela, Estados Unidos y otras partes del continente americano que el ensayo que publiqué con la editorial española Sílex en noviembre, Madre mía que estás en el mito, que aún no cruza el Océano Atlántico. El libro impreso, como es natural, viaja más lento. Si las personas que atacan las plataformas digitales dedicaran ese tiempo a intentar comprender cómo estas pueden ayudarles a leer más, verían las oportunidades que ofrecen de ampliar el acceso a las obras.

No podemos olvidar que la bibliodiversidad es un derecho humano y que la facilidad en el acceso a los libro protege ese derecho. Desde que también leo en formato digital, leo tres veces más y en dos idiomas, además, leo las revistas de noticias y las culturales que más me interesan en el mundo y tengo acceso casi automático a libros que de otra manera hubiera tardado meses en adquirir. En el caso de la publicación digital que edito, Colofón Revista Literaria, puedo trabajar con novedades y pautar colaboradores en varios lugares de América Latina porque tengo acceso a e-books de diversas editoriales. Si lo hiciera “en analógico” no hubiera sacado nunca la revista. Hay que montarse en el tren de los nuevos tiempos: hay un futuro brillante para la literatura, siempre y cuando aprendamos a usar las herramientas tecnológicas al servicio del intelecto y no como mecanismo para eternizar las divergencias entre escritores y las molestas castas literarias.

Detrás de este premio se esconde un acontecimiento muy importante, y es que Michelle fue la primera mujer en ganar este galardón, por lo que tal vez la organización este considerando cambios importantes. En cuanto a la igualdad de género, no creo que el problema se resolviera o la actitud en los ambientes literarios haya cambio, salvo en ciertas mujeres escritoras que hemos comenzando a exigir un lugar en las mesas de novedades y estamos introduciendo, entre las malacrianzas de nuestros colegas hombres, una poética que no es esa que el canon ha reservado para nosotras, porque lo que nadie te cuenta cuando comienzas a escribir –pero aprendes cuando ya cumples años en esto– es que el lugar que te han abierto en la literatura es el de la chica culta que escribe obras costumbristas o de identidad de género. Y eso es si tienes suerte, porque estereotipos hay muchos. Se supone que los hombres hacen Literatura, sí, esa con mayúscula y nosotras no, nosotras hacemos una cosa chiquitica, individual, casera, viéndonos el ombligo o el coño. No sé si está cambiando, pero conozco a muchas escritoras hartas de esta situación, militantes de una literatura que no sea ni femenina ni masculina: grandes escritoras que tienen el puño cerrado para reclamar el lugar que saben que tienen en la crítica y en la mesa de novedades.

Foto: Emilio Kabchi

Pero, dejando a un lado esta eventualidad, la escritora compartió una interesante anécdota, y es que quién le dio la grata noticia fue la mismísima escritora Marta Sanz, quien formó parte del jurado. Levanté el teléfono y era Marta Sanz que me llamaba a decirme que me había ganado el Francisco Ayala. Lo más emocionante no sólo fue la perspectiva del premio o la felicitación, sino la persona de quien venía: Sanz es una escritora de proporciones mastodónticas, una mujer con un proyecto literario abrumador, que escribe policiales con el mismo tino que llega a sus sentimientos más íntimos –como ha hecho en su último libro, Clavícula–. Es además una mujer comprometida con el tiempo en el que vive y con el trabajo de otras mujeres escritoras. Si a ella le parecía que yo había escrito algo que merecía la pena publicar, entonces, yo tenía de sobra motivos para celebrar. Eso fue lo primero que pensé. Y me dio alegría.

La escritora sigue trabajando y continúa paseándose por los caminos de la realidad y la ficción, pues ambas son formas de la literatura igual de válidas.  Además, también se encuentra preparando otra colección de relatos, la cual estará unificada en el motivo de lo femenino, pero aún no sabe en cuál casa editorial la publicará.

Para adquirir los libros de la escritora, puede hacerlo directamente desde su página web.

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 Michelle Roche Rodriguez

 @michiroche