Jesús Fuenmayor: “Una estética de la reflexión”
Jesús Fuenmayor sumó a sus estudios de arquitectura una formación curatorial, gracias…
Jesús Fuenmayor sumó a sus estudios de arquitectura una formación curatorial, gracias al programa Independent Study Program (ISP) del Whitney Museum. Se convirtió en el fundador del Periférico Caracas Arte Contemporáneo y estuvo al frente del CIFO Art Foundation durante una temporada, como su director y curador.
De cara a su importante participación en la XIV Bienal de Cuenca y su trabajo dentro del proyecto PINTA Miami, celebrado a comienzos de diciembre del año pasado como parte de las actividades culturales que toman el sur de la Florida por esta época cada año, tuvimos la oportunidad de conversar con Jesús.
Este diálogo se convirtió en un transitar por su formación académica y artística; reflexiones sobre la labor curatorial que se lleva a cabo actualmente en el mundo y los proyectos a futuro que ocuparán parte de su atención en los meses venideros.
Llegué al Whitney y allí me encontré con una forma totalmente distinta de pensar y relacionarse con la producción de discurso desde el arte.[/blockquote]
Era muy joven Jesús cuando decidió aproximarse al arte. A los 21 años, ya existía en él la inquietud de abrir una galería, acompañado de un par de amigos que lo secundaron en este ambicioso proyecto.
Luisa Richter, Lamis Feldman, Valerie Brathwaite, Carlos Poveda y Edgar Sánchez fueron algunos de los artistas que exhibimos. El espacio era pequeño pero el entusiasmo grande. Los medios hicieron copiosas reseñas de las exposiciones y estábamos rebosados de público. Luego abrí otra galería que tampoco funcionó a nivel económico, pero que me dio muchas satisfacciones porque pudimos exponer a artistas como Alejandro Otero, Harry Abend, Alexander Calder, Eugenio Espinoza y Rolando Dorrego. Fue en esa época que pude conocer personalmente a Gego y verla trabajar en su taller, porque hizo obras para una muestra colectiva que organizamos.
Jesús asegura que la mayor ganancia de esta cruzada, fue el capital profesional que obtuvo, al establecer una estrecha relación con artistas que, para la época, eran cruciales en la escena creativa venezolana. Esto le permitió dar sus primeros pasos en el área del coleccionismo y comenzar a experimentar con los procesos curatoriales, hasta el momento poco conocidos en Venezuela.
A comienzos de la década de los 90, con algunas exposiciones en su portafolio, entre ellas una colectiva que revisaba la abstracción venezolana llevada al Museo de Arte Moderno Jesús Soto, el joven curador venezolano ingresó al Independent Study Program (ISP).
Llegué al Whitney con ese capital y allí me encontré con una forma totalmente distinta de pensar y relacionarse con la producción de discurso desde el arte. El ISP era considerado en ese momento como el epicentro de lo que luego se conoció como el giro multicultural y que aún hoy sigue transformando nuestras relaciones con el arte. Yo sentía un abismo entre ese nivel de compromiso teórico y lo que veía en Latino América, en donde la teoría parecía una negación de la práctica. Mi propuesta para aplicar ya anticipaba lo que ha sido el eje central de mi interés en el arte: se llamaba “El camuflaje del museo” y planteaba una revisión de la crítica institucional desde una mirada latinoamericana, proponiendo una reflexión en torno a cómo valoramos al arte.
La valoración de Jesús se transformó y comprendió que el arte es inseparable del contexto cultural en el cual se manifiesta, por lo que es necesario comprender la labor creativa de los artistas desde esta perspectiva.
Entiendo la práctica curatorial como un puente entre las obras y el público, es decir, como el intento de hacer de ese encuentro lo más productivo y significativo posible. El gran desafío es salvar la brecha que hay entre las expectativas convencionales del público y la producción de conocimiento y reflexión crítica que supone el arte contemporáneo. Los artistas nos ofrecen la posibilidad de entender al mundo de otra manera y desde la curaduría debemos crear las condiciones para que el público pueda asimilar sus visiones.
Cada artista es capaz de construir mediante sus canales comunicacionales y estéticos un discurso visual, auditivo, kinestésico, que alberga un mensaje subyacente.
Entiendo la práctica curatorial como un puente entre las obras y el público, es decir, como el intento de hacer de ese encuentro lo más productivo y significativo posible.[/blockquote]
Desde la perspectiva de Jesús, es trabajo curatorial crear un vínculo empático que permita a la audiencia llegar a esa esencia, si no en profundidad, al menos en aproximación.
Quienes hayan estado atentos a lo que ha pasado en el último medio siglo, saben que en la contemporaneidad los artistas incorporan a la recepción en su obra. No hay artista que no piense de alguna manera en cuál es su relación con el público porque cada obra es una invitación a reflexionar. Por otra parte, más que un discurso estético, perceptivo y espacial, lo que me interesa destacar es una estética de la reflexión.
En una época en la cual existen muchas interrogantes acerca de lo “adecuado” o “permitido” en el arte, Jesús prefiere adoptar un discurso de confrontación, en el cual cada artista, mediante su obra y de cara a las percepciones de la audiencia, propicien un foro de oportunas y enriquecedoras consideraciones.
Muchas de estas distintas maneras de relacionarse con el arte, implican un profundo cuestionamiento de la autoría y de la autoridad en el arte, porque parten de la pregunta sobre quiénes recae la responsabilidad de decir qué es arte y qué no lo es. Cuando hago exposiciones pretendo que cada obra sea capaz de generar ese mínimo de fricción en condiciones propicias para el diálogo y el debate.
Por otra parte, más que un discurso estético, perceptivo y espacial, lo que me interesa destacar es una estética de la reflexión.[/blockquote]
Como curador de la más reciente edición de la Bienal de Cuenca, el comisariado de Jesús radicó, en parte, en el propósito de intervenir en la percepción del arte que conservan los ciudadanos y cómo crear diversas vías de conexión con el hecho artístico y su interpretación.
Yo lo que intento con la curaduría es que la gente vea al menos una opción alternativa para relacionarse con el arte: en lugar de la mirada contemplativa y admirativa del modelo europeo, también podemos pensar en el arte como una experiencia, como algo que está vivo y que genera transformaciones constantes en nuestras maneras de entender el mundo.
A propósito de la celebración de bienales en diversos rincones del mundo y su relación con la audiencia que vive y disfruta del arte, Jesús apuntó:
El formato Bienal todavía tiene mucho que dar. Sigue siendo el mejor espacio fuera de los museos para crear vínculos entre el arte contemporáneo y un público masivo sin la presión del mercado que existe en las ferias. Hasta la última vez que revisé, había unas 280 bienales en el mundo, es decir, que desde los años cincuenta hasta ahora el modelo se ha popularizado. Creo que la principal razón es porque muchas ciudades ven en el modelo Bienal una forma de llamar la atención y atraer visitantes.
Yo lo que intento con la curaduría es que la gente vea al menos una opción alternativa para relacionarse con el arte[/blockquote]
Bienales y ferias de arte, dos formatos que parecen antagonistas a los ojos de algunos críticos, para Jesús se dan la mano, aprendiendo y favoreciéndose uno del otro, día tras día.
Hay quienes critican que las ferias y las bienales se parezcan más cada día. Yo veo que las ferias han ganado mucho desde que empezaron a incorporar a la curaduría y, en consecuencia, han elevado el nivel de las obras que presentan. Por el otro lado, las bienales han ganado en recursos gracias a que las galerías apoyan la participación de sus artistas en las bienales.
Para finalizar, Jesús también compartió con nosotros algunas de sus reflexiones en torno al arte que se produce en Latinoamérica y su proyección en el resto del mundo.
Los estereotipos de la latinoamericanidad como la pintura figurativa, son cosa del pasado, salvo en el caso de mentes perversas. A mí me impresiona que te vas a un lugar alejado, donde la enseñanza sigue siendo decimonónica y ultra conservadora, y te encuentras a artistas que a pesar de todo se sintonizan con las innovaciones y los discursos de vanguardia contemporáneos. Hay por supuesto zonas de más tolerancia, como en México, Sao Paulo o Buenos Aires, que siempre han sido las burbujas cosmopolitas del sur, a las que se han unido recientemente Bogotá, Lima y Santiago, pero en general siento que está pendiente una toma más decidida de las instituciones por parte de la comunidad artística.
Hay que consolidar la red de museos de arte, incorporar al sector privado y lograr que se promulguen leyes a favor del apoyo al arte.[/blockquote]
Las pequeñas o grandes luchas en la escena artística se siguen librando, en especial en torno a lo que Jesús mismo define como “la infiltración de personajes que asumen la autoridad institucional sin tener ni idea del arte.”
Esa es una batalla que hay que seguir peleando. Hay que consolidar la red de museos de arte, incorporar al sector privado y lograr que se promulguen leyes a favor del apoyo al arte. Hay bastante por hacer y eso está ligado a la percepción que tienen las audiencias del arte. Hacer que el público entienda al arte como producción de conocimiento y como invitación a reflexionar es una tarea ardua, pero en la medida que se vaya logrando esa misión, se irá logrando aumentar el apoyo.
Sobre los proyectos en los cuales se enfocará Jesús luego del éxito de PINTA Miami 2018 y del entusiasta cierre de la XIV Bienal de Cuenca, con muchos puntos a favor, el curador venezolano nos adelanta:
Estoy trabajando en un proyecto de un libro de Lothar Baumgarten y en la primera exposición institucional de un artista venezolano en los Estados Unidos. Hay un par de proyectos que quiero retomar ahora que el ciclo de la Bienal de Cuenca se cerró.
Para Jesús, el ser latinoamericano, se condensa en esta frase: “Voluntad experimental.”