Diez años después, el Petite Malle sigue siendo un éxito, con diez versiones extraordinarias presentadas en la pasarela elevada de Louis Vuitton.
Este escenario, compuesto por más de 1.000 baúles, emergía del suelo en una estructura especialmente diseñada, revestida en terciopelo negro por dentro y espejada por fuera, reflejando el Cour Carrée del Louvre.
Ahora, Ghesquière ha aplicado una técnica similar en su colección de prêt-à-porter, que, según él, tiende hacia lo arquitectónico.
En esta temporada, pidió al atelier de flou de Vuitton que creara chaquetas, y al taller de tailleur que confeccionara “vestidos extremadamente fluidos”, lo que resultó en una de sus colecciones más suaves, ligeras y accesibles, sin perder su espíritu experimental.
“Poder suave” es como Ghesquière definió su enfoque. “Pensamos que sería interesante romper límites y tratar de definir la arquitectura en la fluidez, la fuerza en la ligereza, y cómo puedes evocar una silueta poderosa, pero en movimiento”, comentó en una previa.