Fast fashion: una mirada crítica a la industria de la moda instantánea
En las últimas décadas, la industria de la moda ha experimentado una transformación significativa con la aparición y proliferación del concepto conocido como “fast fashion” o moda rápida

El fast fashion se refiere a un modelo de producción y consumo en el que las marcas de moda producen y lanzan colecciones de prendas a un ritmo acelerado y a precios accesibles para satisfacer la demanda de los consumidores ávidos de seguir las últimas tendencias.
Sin embargo, este fenómeno tiene implicaciones significativas y preocupantes para el medio ambiente, los derechos laborales y la sostenibilidad en general.

Fast Fashion / climate.columbia.edu
Una de sus principales características es la producción masiva de prendas a bajos costos. Las marcas de moda rápida aprovechan la mano de obra barata en países en desarrollo para fabricar sus productos a gran escala.
Esto a menudo implica condiciones laborales precarias, salarios bajos y una falta de protección laboral adecuada para los trabajadores de la industria textil. Muchos de ellos se ven obligados a trabajar largas horas en condiciones insalubres y peligrosas, lo que plantea preocupaciones éticas y humanitarias.

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Además, el fast fashion promueve un consumo desenfrenado y una mentalidad de “usar y desechar”. Las marcas lanzan constantemente nuevas colecciones y promueven la obsolescencia programada, lo que impulsa a los consumidores a comprar más prendas de moda para mantenerse al día con las tendencias en constante cambio.
Como resultado, la vida útil de las prendas se ha reducido drásticamente, y millones de toneladas de ropa terminan en vertederos cada año. Este fenómeno no solo genera una enorme cantidad de residuos textiles, sino que también tiene un impacto significativo en los recursos naturales utilizados para producir estas prendas, como el agua, los productos químicos y la energía.

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El caso del desierto de Atacama
El Desierto de Atacama en Chile se ha convertido en un vertedero para la ropa no deseada de la industria del fast fashion.
Miles de toneladas de ropa que ya no se desea ni se necesita son enviadas al Atacama, donde se acumulan en vertederos o se queman. Esto es un grave problema ambiental. La ropa que se arroja en el Atacama contiene productos químicos dañinos que pueden contaminar el suelo y el agua. También pueden liberar gases de efecto invernadero en la atmósfera, contribuyendo al cambio climático.

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En 2022, el gobierno chileno aprobó una ley que requiere que las empresas reciclen o reutilicen el 50% de sus residuos textiles para el año 2025. También ha establecido colaboraciones con varias organizaciones sin fines de lucro para promover prácticas de moda sostenible.
Además, se está trabajando en el desarrollo de una estrategia nacional para la economía circular, la cual incluiría medidas para reducir la cantidad de residuos generados por la industria del fast fashion.

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Lado positivo
Afortunadamente, cada vez se está tomando más conciencia de los efectos del fast fashion y están buscando alternativas más sostenibles. La moda ética y sostenible está ganando popularidad, promoviendo la producción local, el uso de materiales orgánicos y reciclados, y una mayor transparencia en la cadena de suministro.
Los consumidores también están optando por comprar prendas de mayor calidad y duraderas, así como participar en el intercambio de ropa y la compra de segunda mano.

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