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Gabriel Rico: El arte puede ser el “calzador”

¿Cómo entendemos el encuentro de artesanías indígenas con catálogos de arte de…

Por:
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Portrait by: Guillaume Ziccarelli. Cortesía Perrotin

¿Cómo entendemos el encuentro de artesanías indígenas

con catálogos de arte de vanguardia

sobre la mesa del televisor?

Néstor García Canclini

Para finales de siglo pasado la globalización era un tema tan novedoso como preocupante; algún tiempo después las dudas parecen respondidas desde la certeza que nos brinda la continuidad y la evasión. Es así como con otra década del milenio en desarrollo se hace cada vez más difícil determinar los límites entre los términos local y global, difusos en la época de la inmediatez y la aparente cercanía. Sin embargo, al volver a la pregunta inicial de García Canclini, una poderosa imagen se encarga de explicarnos nuestro mundo puntual con el ahora: un momento en el que ninguna realidad es insignificante, pero en el que todas coexisten en lo inevitable. A pesar de ello, la metáfora no da pista de la ubicación geográfica del aparato televisivo, al que daremos como sitio pretendido Latinoamérica, territorio en el que las circunstancias concurren sin comprenderse, en medio de una actualidad compleja y convulsa que da pasos con la estabilidad en duda.

Ante este panorama se sumará el mundo restante: lugar del exceso, reino del humano y depósito de sus consecuencias. Muchos son los sucesos y muchas sus formas de habitarlos, entre ellas el arte y sus propuestas, aquellas que extraen poéticas –y políticas- de las cosas en descomposición. Desde esta perspectiva encontraremos en esta ocasión el testimonio de Gabriel Rico (Lagos de Moreno, México, 1980), artista que hace del calificativo de lo latinoamericano, no más que una limitación producida por su procedencia, para hablar en términos de un arte Radicante (“organismo que hace crecer sus raíces a medida que avanza”), con preocupaciones o intereses sin fronteras geográficas y que postulan desde su hacer una nueva forma de entender el lugar:

En una de las salas de tu exposición The Discipline of the Cave (2019) en el Aspen Museum, hablabas de “cómo la naturaleza puede disfrutar su belleza propia sin los humanos”, de “la historia del Universo más allá de la acción humana” y, en general, de una constante relación con la naturaleza. Si relacionáramos estas premisas al concepto de lo Antropoceno (una nueva etapa de la Historia terrestre basada en el impacto significativo de las actividades humanas sobre los ecosistemas naturales) ¿qué consideras que puede aportar el arte ante una realidad tan importante como el cambio climático?

Lo antropoceno se define por la intromisión contundente del ser humano en el funcionamiento del planeta: La afección desde la médula de la naturaleza para poder sustentar una sociedad basada en el consumismo y el abuso, el hedonismo y el egocentrismo. Parece que hubiéramos dejado de ver la naturaleza como si fuéramos parte de ella. El arte puede ser el “calzador” que le sugiera a la sociedad “meterse” de nuevo en el ciclo natural, y no como la sociedad pretende atribuirse algunas veces como eslabón más alto, como si fuéramos lo jueces, cuando nos toca sólo ser parte. El arte puede ser entonces un acotador para subrayar los efectos –no buenos o malos- que estamos teniendo sobre el planeta. El arte como la ciencia, son los principales acotadores del conocimiento generado a partir del hombre, acotadores para ser puestos en práctica.

The Discipline of the Cave (2019). Photo by Tony Prikryl. Cortesía Perrotin.

The Discipline of the Cave (2019). Photo by Tony Prikryl. Cortesía Perrotin.

A propósito de esta misma muestra, comentabas en una entrevista que te emocionaba la posibilidad de crear fábulas, historias, a partir de la relación o suma de estos objetos, incluso poder crear una realidad otra a partir de ellos. Sin embargo, el proceso de lectura no es nunca idéntico en los espectadores que puedan apreciar una obra. ¿Cuál es tu posición respecto a esas lecturas múltiples ajenas a tu idea original, cargadas inevitablemente de la subjetividad implícita en el arte?

La libertad es absoluta: Solo hago sugerencias para contar una historia definida, sin trama, sin final. Solo están los elementos que sugieren algo, ser parte de algo. Pero la libertad para hilarlos, completar, construir la historia es del espectador. No es mi intención crear una historia sino marcar algunas pautas. Que sea la imaginación de quien vea mi trabajo quien complete o manipule esa información.

Finalmente la subjetividad tiene un límite: Un venado puede significar un dios en la tribu huichol pero hay para quienes el venado es un alimento. En definitiva se compone de moléculas que le dan forma; es decir, por más subjetivo que sea, el venado es materia, y allí es donde la subjetividad no puede continuar. En ese caso, es importante tomar en tema los temas concretos que manejo: la muerte (al trabajar con esqueletos), la cultura pop. Por ejemplo, la Coca-Cola: la subjetividad se puede definir en un objeto, un refresco o un contenedor. Finalmente el contenedor es un símbolo de lo antropoceno.

Dos palabras: Apofenia: la experiencia de ver patrones, conexiones -o ambos- en sucesos aparentemente aleatorios. Euritmia: Combinación armónica de proporciones, líneas, colores o sonidos, bajo la premisa de encontrar belleza. ¿Podría entenderse tu obra a partir de estos términos?

Definitivamente mi trabajo se relaciona más con la euritmia. No busco patrones. Básicamente lo que hago es una recolección de objetos relacionados con la sociedad y la raza humana. Manipulación de los objetos estéticamente para lograr una composición equilibrada, armónica y con fundamentos. Postulo una serie de principios de composición matemáticos y físicos en base a la lógica acomodo estos símbolos, dicta un resultado lógico, coherente y aplicable. En mi caso estos conceptos son sustituidos por el equilibrio, el balance, sin comprometer el valor compositivo inmerso tanto en las ecuaciones matemáticas como en las ecuaciones estéticas.

The Discipline of the Cave (2019). Photo by Tony Prikryl. Cortesía Perrotin.

En la reciente edición de la Bienal de Estambul, Nicolás Bourriaud parte de la idea de la Exforma para armar un discurso curatorial basado en el que entiende este concepto como materia prima del arte contemporáneo: “el lugar donde se desarrollan las negociaciones fronterizas entre lo excluido y lo incluido, entre el producto y el residuo”. A lo largo del desarrollo de esta idea, podríamos asociar una nueva generación de artistas que han dejado de mirar hacia los objetos y productos para fijarse entonces en los materiales que los componen. En tu caso, ¿cuál es la importancia del material y su origen?

Los objetos que utilizo la mitad son objetos creados y la otra mitad son encontrados. Debemos entender que hemos tenido el tiempo suficiente para relacionarnos con conceptos como la heurística y la ontología, para entender a los objetos. Haya autores como Timothy Morton que hacen referencia a los seres vivos como objetos, las células, los árboles, etc. Bajo esta visión de la reagrupación de géneros podríamos entender la preocupación de las nuevas generaciones para abordar el tema. Es un tema del cual solo se ha tocado la punta del iceberg y afectará el entendimiento con el mundo. En mi trabajo es muy importante la erosión natural de los objetos: si utilizo un venado no quiero que el venado sea perfecto, quiero que se vea su roce con otros venados, si tuvo peleas, cicatrices. Si selecciono una botella de Coca-Cola quiero que se vea el uso, su mugre, sus grietas. Sobre la premisa de entender el mundo como un objeto compuesto por otros objetos. Al profundizar en esta idea, podríamos hablar de objetos no sólidos, para hablar de objetos universales, como el color rojo, o el clima. El rojo no es definido por nada: sin embargo, cuando digo la palabra rojo puede venir a tu cabeza una manzana, puede ser aplicado a una lámpara, un auto, la sangre. Sin embargo la tierra sí es un planeta y sí es un objeto. Es necesario hacer uso entonces de las ventajas analíticas, filosóficas que tenemos en este momento para entender la realidad a partir de la interacción de los objetos en un entorno específico, que puede ser desde el antropoceno y la ciudad de New York hasta mi cuarto de baño en el que el espejo y el cepillo tienen un diálogo que se va cerrando cada vez más.

Para finalizar, con qué término te sientes más identificado: ¿local o global?

Mi trabajo no habla de una situación local. Es decir, que yo haya elegido estar en México, para producir en Guadalajara es parte de mi declaración como artista. En la cual postulo la descentralización de la práctica artística como fundamento para lograr nuevos diálogos y discursos, ante una situación centralizada y globalizada. Sin embargo me considero global, pues los temas de los que hablo nos involucran a cualquier ser humano independientemente de su procedencia. Por ejemplo, la Coca-Cola es un símbolo signo relacionado con el hombre en cualquier parte del mundo, entendido como lo que es: una forma reconocida. Es en este punto que podría definirme como global.