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Hotel Punta Caliza, Holbox: con el mar adentro

En las orillas de ella misma y de la playa, el mar…

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Photos: puntacaliza.com
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En las orillas de ella misma y de la playa, el mar está adentro. Photos: puntacaliza.com

En las orillas de ella misma y de la playa, el mar está adentro. El sol de las seis y media dio un espaldarazo a las sombras, y la noche, de no haber sido por la noche, permaneció con la misma brisa caliente y el mismo aliento a sal que el día. Como el sol de los imperios, el mar se pone a barlovento y sotavento: todo es agua. El mar está en los cuatro costados y está adentro.

Caminó las calles de arena por donde aún se cuelan las olas y volvió a ver, como una piedra que tuviese brazos largos y planos que suben, la caliza blanca surgiendo del suelo mismo, entre el soto seco, casi natural, aunque demasiado rígida. Photos: puntacaliza.com

Diez años son humo en el viento pero de pronto se hacen roca aunque quiso creer igual en su chamán y creyó estar lista. Sumergida hasta la cabeza, sin aire, recordó las visitas a los cenotes. Photos: puntacaliza.com

Caminó las calles de arena por donde aún se cuelan las olas y volvió a ver, como una piedra que tuviese brazos largos y planos que suben, la caliza blanca surgiendo del suelo mismo, entre el soto seco, casi natural, aunque demasiado rígida. Es una aldea que tiene, vuelto lago y vuelto calmo río, el mar adentro. Nadie la vio hundirse en el agua desde el fondo iluminada, donde parecía un espanto que flotaba. Había vuelto a la Isla de Holbox porque su chamán le dijo que ya era hora. Diez años son humo en el viento pero de pronto se hacen roca aunque quiso creer igual en su chamán y creyó estar lista. Sumergida hasta la cabeza, sin aire, recordó las visitas a los cenotes, el “no abras los ojos” bajo el agua, la imprudencia de abrir los ojos y ver las cuencas de otros ojos —¡las de un muerto!— y su chamán diciendo “son nuestros hermanos que yacen acá”. Metida en las selvas de la ribera, se había entonces encomendado a los saberes ancestrales porque el dolor le hizo jurar que ninguna otra cosa podría darle camino —¡seguían muertos!—. “Nada muere”, dijo el que sabía, consolando. Los respaldaba la fuerza de los sacrificios maya; esto es, los demasiados siglos.

Es una aldea que tiene, vuelto lago y vuelto calmo río, el mar adentro. Nadie la vio hundirse en el agua desde el fondo iluminada, donde parecía un espanto que flotaba. Photos: puntacaliza.com

Una isla —esa forma de llamar la calma— está repleta de soledades porque el mar que sigue y sigue, deja solo. La paz, máscara del miedo más honesto, es un invento de la nostalgia, mas el pánico que a ella se aferra se desarma entre esas blancas paredes cuando ve que aun con el mar adentro, el más pertinaz y vacilante de todos los inventos —ejemplo de lo que no se calla—, se puede escuchar el alma haciendo silencio y volviéndose el agua misma repleta de agua… de agua intranquila que por fin reconforta. Photos: puntacaliza.com

Una isla —esa forma de llamar la calma— está repleta de soledades porque el mar que sigue y sigue, deja solo. La paz, máscara del miedo más honesto, es un invento de la nostalgia, mas el pánico que a ella se aferra se desarma entre esas blancas paredes cuando ve que aun con el mar adentro, el más pertinaz y vacilante de todos los inventos —ejemplo de lo que no se calla—, se puede escuchar el alma haciendo silencio y volviéndose el agua misma repleta de agua… de agua intranquila que por fin reconforta. Nada se halló cuando al amanecer pretendieron buscarla en su habitación. La piscina de esa aldea que llaman hotel, a la luz de la mañana, pareció tener olas que respondían al misterioso baile del mar dotado de un espíritu.

Este relato fue incluido originalmente en nuestra 4ta Edición Impresa.

 Punta Caliza Holbox

  Hotel Punta Caliza

  @puntacaliza

 Paseo Kuka s/n. Esquina de Robalo. 77310 Isla Holbox, Quintana Roo, México