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Jorge Cabieses: “Latinoamérica genera una mirada interesante”

El distrito de Barranco, en Lima, antiguo pueblo de pescadores del Pacífico,…

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Foto: cortesía Jorge Cabieses
Foto: cortesía Jorge Cabieses

Foto: cortesía Jorge Cabieses

El distrito de Barranco, en Lima, antiguo pueblo de pescadores del Pacífico, es considerado actualmente uno de los barrios más hipsters del mundo. Un sinfín de bares bohemios y selectos puntos gastronómicos, hacen juego con lugares turísticos menos conocidos que el referencial Machu Picchu de la cordillera central, pero que también tienen su importancia histórica, como la Iglesia La Santísima Cruz, la Bajada de los baños, el Puente de los suspiros y el Museo Pedro de Osma, entre otros. Es allí donde se cría Jorge Cabieses, el menor de una familia encabezada por Jorge Cabieses, padre, nativo de la zona, gran empresario chileno forjador de Aeroperú, casado con la arequipeña Lita Briceño. Jorge hijo es el único varón de un cuarteto conformado también por Anabella, Sofía y Lorena. Antes de dedicarse al arte su vida estuvo signada por los aeropuertos.

Trabajar con distintos soportees me ayudó a diferenciarme, a construir una línea de trabajo [/blockquote]

Foto: cortesía Jorge Cabieses

Crecí pegado a todo el trabajo que hacía mi padre en el aeropuerto, con toda la señalética y la síntesis de color que ahora se encuentra en mi obra. De ver tanta información aeronáutica parte mi interés por la geometría, elemento siempre presente en mi trabajo. Era una época en la que todavía el concepto de la aviación quizá se mostraba un poco más romántico. La folletería y los afiches de los ochenta tenían otra forma de ver el turismo. Tengo el recuerdo de haberla pasado bien durante mi infancia, gratas memorias junto a mi familia en la playa, como un niño normal, por cierto, sin ningún interés por la plástica, que llegó a mi vida tarde, pero segura. 

Foto: cortesía Jorge Cabieses

Jorge no tenía la costumbre de visitar museos. Comenzó a estudiar Administración de Empresas, una carrera que quizá se amoldaba más a la expectativa de sus padres, quienes hoy en día están contentos con su decisión de haberse dedicado al arte. Trabajó en Carga Aérea en el aeropuerto de Lima, un oficio que, como menciona, terminó generándole una herramienta de trabajo.

Con el tiempo, de manera genuina e intuitiva apareció en esa búsqueda mi interés por la geometría, con un filo más pop y quedándome con la forma por encima de la imagen [/blockquote]

 

Foto: cortesía Jorge Cabieses

Decidí hacer algo que me gustara. No quería dedicarle la vida a algo que no le entregara el 100%. Y comenzó a interesarme la pintura, a los ventitantos años, una edad quizá madura para escoger una carrera. Hoy en día lo pienso y me percato de que muchas generaciones estudian una carrera que no les gusta justamente porque no tienen la madurez ni la seguridad para decidir qué quieren hacer realmente con sus vidas. Yo logré saber lo que quería y era la pintura. Obviamente, la visión que tenía del oficio en ese momento dista mucho de la que tengo ahora, uno va educando el ojo y realizando un trabajo en el que te sorprendes de tus avances y los de progresos de tus colegas. Es una de las maravillas de este oficio. 

Foto: cortesía Jorge Cabieses

Antes de estudiar en la Escuela de Bellas Artes Corriente Alterna, de donde egresa en el año 2000, con medallas de oro y plata, Jorge comenzó comenzó clases de dibujo en el taller Suárez Vertiz, emblemático en Perú. Dice que en ese momento, el asunto se parecía más a un hobbie. Pronto comenzó a experimentar con el collage empleando diversos materiales, óleos y tizas pasteles y algo que ha marcado su obra: los distintos soportes. Nombres que antes no le eran familiares, posteriormente, se convirtieron en personajes referenciales en su carrera: Robert Rauschenberg, Andy Warhol, Aleksandr Ródchenko, Georg Baselitz y los fundadores de la Bauhaus.

Tener más de 20 años compartiendo mi vida con otra artista plástica ha hecho que estas rutinas funcionen [/blockquote]

 

Foto: cortesía Jorge Cabieses

Trabajar con distintos soportes me ayudó a diferenciarme, a construir una línea de trabajo. En esos primeros años en el taller Suárez – Vertiz me interesaba producir, era el ejercicio mismo de hacer cosas y equivocarme. Porque el error constante es lo que construye una línea de trabajo, una forma de diferenciarte de los demás, una búsqueda al final. Con el tiempo, de manera genuina e intuitiva apareció en esa búsqueda mi interés por la geometría, con un filo más pop y quedándome con la forma por encima de la imagen. Y siempre incorporando distintos materiales, un hábito que se afianzó con mi paso por la serigrafía y el grabado. Dentro de los soportes con los que experimenté se encuentra un gran lote de revistas Mecánica Popular y LIFE, ambas con imágenes que me parecían llamativas para crear fricciones en mis obras y avanzar.

Exposiciones como Concreto, de 2011 y Superfices, de 2012, son referenciales en la carrera de Jorge. La primera fue el punto de partida en el que la imagen ya no es partícipe de nada sino el soporte. Y dentro de esos soportes el gobelino (tapiz originalmente francés) pasa a ser protagónico como una pieza que otrora era sinónimo de estatus y que ahora es –en sus palabras- una “huachafería” y, en definitiva, otro elemento para generar fricción en la gráfica contemporánea, al igual que el triplay, también presente en sus propuestas. Superficies, uno de sus trabajos predilectos, más que una muestra, aclara Jorge que fue una manera de mostrar públicamente lo que era su proceso de taller, una rutina que en el presente ha cambiado sustancialmente con la llegada de sus hijos Amadeo, de seis años, y Omara, de tres, fruto de su unión con otra artista plástica Alice Wagner.

Tener hijos cambia la rutina, sobre todo los horarios de trabajo. Es como tener un nuevo motor dentro del cuerpo. Voy del colegio al taller y del taller al colegio a buscarlos. Y constantemente estoy trabajando, así sea mentalmente. Ahora tengo el rigor impuesto por el tiempo, antes no. Pasaba el día entero en el taller y hasta dormía allí. Ahora soy más consciente de la importancia de aprovechar esas horas. Tener más de 20 años compartiendo mi vida con otra artista plástica ha hecho que estas rutinas funcionen.

Para Jorge la producción de sus obras no cesa. Actualmente trabaja en la concepción de una nueva exposición llamada Sistema Soportes. Y lo que queda de año su calendario de inauguraciones está copado. ARTBO, la feria internacional de Arte de Bogotá, la Galería La Nube, de Bolivia, Estampa, la feria de arte contemporáneo y la Galería Fernando Pradilla, ambas en Madrid, están en su agenda de próximas exposiciones. Ante tanto movimiento surge la duda de lo que piensa sobre el futuro de la plástica y sobre Latinoamérica dentro de ese contexto.

Foto: cortesía Jorge Cabieses

El arte en Latinoamérica crece todos los años. Acá los buenos artistas generan una mirada que resulta interesante frente a Europa o Asia. En ese sentido, las ferias internacionales han jugado un papel fundamental. En parte han hecho que los coleccionistas giren su mirada hacia este lado del mundo con un interés genuino sobre buenas propuestas.

Ahora bien, el futuro de la plástica es indescifrable. Ha habido bastantes cambios por la onda informática. Particularmente creo que, en la pintura, todo debe volver a su sitio para reconectarnos nuevamente. Y esto lo comento porque sé, que hay artistas que no trabajan directamente en todo su proceso sino que tienen gente que, por ejemplo, les mezcla sus colores… Hay mercado para todo. Lo vemos en Art Basel donde a veces los artistas no entienden estando entre colegas. Hay un boom de compra desmesurado del que uno no entiende mucho si seguimos hablando de arte o se trata de una broma. Es divertido ver eso.

Jorge pone punto final a la conversación para seguir avanzando en su taller, ubicado en Pedro de Osma, la calle que cruza Barranco, famosa por su belleza, en una ciudad que él describe como gris, pero con un clima muy grato.

 Jorge Cabieses

 @cojonudamente

 @jorge_cabieses