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Alejandro Molinari: “Hay personas que son sensibles a la buena música, y otras, a la mala”

El muchacho lleva una bolsa plástica con un refresco dentro y unas…

Por: Jorge Limón
Alejandro Molinari. Foto: Álvaro Camacho
Alejandro Molinari. Foto: Álvaro Camacho

Alejandro Molinari. Foto: Álvaro Camacho

El muchacho lleva una bolsa plástica con un refresco dentro y unas lanzas empolvadas de harina que seguro irán a completar una cena informal. Viene desde la calle hacia el prístino edificio. Sonríe. Sonríe de veras. Consulta la identidad del suscrito. Estrecha las manos. Abre la reja con su lánguida delgadez, saluda de nuevo al vigilante e invita a pasar. Su destino ha estado tachonado de estrellas y una nueva está por agregársele a la mullida alfombra de su paso por el mundo. Activa el ascensor. Las puertas se escinden en dos. Ya estamos en el triplex entre veneciano y tropical de su padre Oscar Molinari Herrera, el artista del que hablábamos hace unos días, puente de oro en esta historia.

Alejandro Molinari. Foto: Álvaro Camacho

Nacido un 25 de diciembre de 1990 en Caracas, Alejandro Molinari Caicedo contará de sus padres, “polos opuestos perfectamente estables”: Mi papá es un gran artista plástico; vive su vida a través de la poesía, el amor y el arte.  A los 25 años conoció a Dalí con quien estableció una amistad que él califica como muy divertida, pues fue una temporada en la que aprendió a ver el lado lúdico de la vida. Siempre estuvo muy cerca de mí. Mi mamá es una empresaria con una intuición que pocas veces he visto en otras personas. Me trae a tierra y le da forma a mis ideas. De allí que su infancia haya sido muy especial, independiente y con influencias artísticas a diario. Su papá le hablaba del arte como si estuviera hablando con un amigo; pasó mucho tiempo leyendo libros como La Metamorfosis o El Principito, que lo inspiraron a escribir cuentos que con el tiempo se volvieron canciones; pintaba caricaturas japonesas y oía música en cassettes.

Una anécdota puede ser un presagio. La mente es una subordinada del azar: trabaja a su merced pero también a sus espaldas, aunque siempre la descubran. Aunque siempre la memoria la descubra. Recuerdo que a los diez años vi a un muchacho sin una mano tocar la canción Smells Like Teen Spirit de Nirvana, caminando por la playa. Tenía especial fascinación por esa canción; mi sueño era aprender a tocarla. Le pedí que me enseñara y se ofreció. Aunque no tenía mano, tenía un pequeño dedo con el que hacía sonar las cuerdas. ¿Si él podía, por qué yo no? Meses después me regalaron mi primera guitarra. Hoy en día colorea mis temas con sus texturas, narra quien ha tocado con éxito en Ciudad de México, Puerto Escondido, París, Marsella; narra uno de los otrora consentidos del mítico Le Baron. Sobre esa experiencia, confesará: Llegué encandilado a Le Baron por los extraordinarios proyectos que producen constantemente, pero tuve la suerte de que me acogieran como uno de los suyos y me apoyaran en mis propios proyectos. Todos son seres muy buena onda desde el cadenero hasta sus dueños. Sus pop-ups son una experiencia muy genuina. Desafortunadamente cerraron su local en París, el cual era una maravilla porque abría los siete días de la semana y la música siempre era fantástica. Ahora su atención está enfocada en su nueva discoteca.

Foto: cortesía de mexicocitycrawls.files.wordpress.com

Alejandro cruza unas frases en francés con su padre. La cotidianidad en modo galo no solo se cifra en las baguettes de la cena. Lo hacen fluidamente y sin advertir que cualquier imprudencia será detectada en el acto, atajada en el aire. Pero sus almas son correctas, melosas, sinceras. Si reciben en sus casas es porque admiten y consienten. El egoísmo nació en Europa pero es tercermundista. Alejandro y Oscar, padre e hijo, no solo se quieren, sino que se admiran entre sí. Vivir en un entorno lleno de arte te vuelve sensible a todo, aunque a mí no me alimentaron con música como me alimentaron con libros y arte, admite el hijo pródigo.

Pasé parte de mi adolescencia en Europa; desde los 15 años me fui a vivir con una familia que no conocía a un pueblo cerca de Berlín. Fueron tiempos fantásticos que me influenciaron con música que, para mí, era nueva y con el aprendizaje del idioma alemán, el cual he usado para algunos temas. Siempre tenía mucha energía, me gustaba organizar viajes con mis amigos por países de Suramérica. Era muy espiritual, me gustaban las teorías herméticas y la meditación. Ahora, si Caracas surtió gran influjo en esa sensibilidad y Berlín definió su estilo electrónico, ¿qué le aportó Ciudad de México? Serio pero risueño, deslizará: México, y en particular CDMX, me ayudaron a encontrarme y me aportaron raíces que desconocía. La confluencia de culturas y lenguas que se dan en ese país multiplicaron mis fuentes de inspiración. Entendí la posibilidad de que dos mundos completamente distintos pudieran funcionar al unísono.

Foto: Bettina Arriaga

Tal y como han funcionado cinco mundos de madres distintas pero unidos por los lazos paternos en una sincronicidad que Molinari Caicedo certifica. Somos cinco hermanos, cada uno lleva su gen Molinari al oficio en el que resaltan. Somos un gran equipo, nos apoyamos y nos entendemos en todo. Además de que todos son unos samurais en lo que hacen.

Él lo ha hecho a través de su amor por el house y techno, pero advierte que antes de mencionar cualquiera de esos dos hablaría primero del disco, del cual toman influencia ambos géneros. En los años 80, principalmente en Detroit, djs y músicos tomaban muestras de canciones en acetato para mezclarlas con beats, los cuales se sintetizaban con la máquina de ritmos de esa época; la 808 creando el house y posteriormente el deep house. Tanto el techno como el house contienen elementos que vienen del disco: las voces femeninas, el beat, el clap, etc. Incluso asegura que ese género nunca morirá y en la historia de la música se irá fusionando con más géneros.

Foto: cortesía de mexicocitycrawls.files.wordpress.com

Mi música es una mezcla de Alemania en plena Guerra Fría, con influencias de algunos géneros de los 80 como el new wave, italodisco y post-punk. Mis letras hablan de filosofía y existencialismo; la manera de producir, mis instrumentos y como hago el collage es lo que me da como productor final algo nuevo con matices de mis influencias.

Sobre cómo surgió su colaboración con Blindetonation, Japón, dirá: Pensé que la primera disquera con la trabajaría sería una mexicana, país que hace seis años me acogió y me enseñó toda un tendencia musical que estaba emergiendo. Al llegar al DF me encontré con el techno y, sobre todo, con un sonido entre mezclas de elementos urbanos o vocales en español con un beat disco. Antes no había tenido contacto con una música igual. Esto hizo que mi música tomara esta dirección, viendo a artistas en vivo como Daniel Avery, Daniel Maloso, The Wookies. Me sumergí en la electrónica, a aprender a producir con mano dura, con exigencia en los sonidos e instrumentos para después publicar mis temas en Soundcloud. De esta inercia llegó a mí Kezokichi, quien me ofreció un contrato para formar parte de su disquera, con la que publiqué mi primer álbum el pasado junio de 2016.

La pregunta a continuación contiene una trampa. No demuestra parcialidad. Está formulada sin un ápice capcioso, ironía o subrepción alquilada. Está hecha para reafirmar sus gustos, que están blindados contra lo mediocre. Es la siguiente: ¿Qué opinión te merecen los trabajos de David Guetta y Dj Arca? Y Alejandro responde con harta elegancia, sobre su coterráneo y su contraparte, en sus trece: Me gusta mucho el trabajo de Arca, sus beats downtempo y la instrumentación narran paisajes interesantes. David Guetta no es mucho mi estilo, sin embargo sus shows en vivo son impresionantes.

Hoy es Navidad en el mundo. Hoy el cumpleañero recibe varios regalos. Hoy la cena no debe ser tan informal, porque unas canillas y un refresco pueden devorarse otro día cualquiera. Hoy Alejandro Molinari leerá este texto y sabrá que su estrella de Belén también se puede ver en Caracas, México, Japón, Francia, Latinoamérica. ¿Para qué sirve la música en nuestras vidas? Para lo que le dé a cada uno. Hay personas que no oyen música. Hay personas que son sensibles a la buena música, y otras, a la mala. Hay otras que piensan que la buena música es la que te haga sentir bien, y puede ser que así sea. Pero también hay otros criterios para definir una canción como buena, como el hecho de que se haya filtrado desde los años 50 hasta ahora, superando los límites del tiempo. Estoy seguro de que mucha música comercial de hoy en día, en 20 años, nadie la conocerá. Pero así mismo habrá otra que durará. El buen disco nunca muere, así como la buena salsa o un buen blues. Hoy ha vuelto a nacer una estrella y lleva su helenístico nombre.

Foto: cortesía de mexicocitycrawls.files.wordpress.com

Ping-Pong:

¿Qué pasa en la música hoy?

Reciclaje de lo que pasó hace 20 años.

Más allá de nuestro origen, ¿por qué tu culto a lo latinoamericano?

Mi culto es a la música. Lo latinoamericano es un ingrediente esencial en mi trabajo pero yo me nutro de muchas otras fuentes.

¿Cuál es tu Dj favorito y cuál Dj has descubierto recientemente que valga la pena seguir de cerca?

Me gusta mucho Kollektiv Turmstrasse, Anja Schneider y Todd Terje. Nicolas Jaar en sus comienzos tuvo mucha influencia en mi trabajo. Recomiendo buscar a bandas electrónicas como JagwarMa (Australia), Tristesse Contemporaine (Londres) y La Femme (Francia).

¿Pasa algo bueno actualmente en la escena musical venezolana?

Somalunar, los conocí hace poco y traen mucha fuerza. Tienen un video de una canción que se llama “Espía”, chequéenlo. También están los gemelos de “Garcha” que acaban de sacar su nuevo álbum “Nueva Garcha”.

¿Qué resistencia te ponen los sonidos exóticos, desconocidos?

Ninguna. Cualquier sonido puede ser exótico o lo podemos percibir como nuestro.

¿Los japoneses exigen más o se rinden más fácil a tu música?

Los japoneses exigen más en todo.

Dj, productor, remixer, cantante, entrepeneur. ¿Qué más hay en Alejandro Molinari?

Ganas.