Panthère de Cartier y Veuve Clicquot: dos símbolos del lujo creados por mujeres
Jeanne Toussaint (Petite Panthère) y Barbe-Nicole Ponsardi (Madame Clicquot) se impusieron en campos dominados por hombres: la joyería y la viticultura. Hoy repasamos sus historias de éxito en el Día Internacional de la Mujer
Hoy las recordamos por sus exquisitas joyas de pantera para Cartier y por su formidable champaña Veuve Clicquot.Pero lo que no muchos aprecian es que Jeanne Toussaint (Petite Panthère) y Barbe-Nicole Ponsardi (Madame Clicquot) debieron imponerse con decisión y carisma en épocas en las que los hombres dominaban el mundo del diseño y los negocios.
La primera logró entender el espíritu de otras mujeres para hacer de la pantera un ícono de la maison Cartier, tanto así que sus joyas se consideran obras de arte. La segunda decidió, hace 200 años, convertirse en una emprendedora de la champaña hasta convertir su marca, Veuve Clicquot, en un símbolo de estatus. Conoce la historia de estas pioneras que supieron interpretar el mundo del lujo en el Día Internacional de la Mujer.
La verdadera Pantera
Jeanne Toussaint (1887-1978) creció rodeada de mujeres que se dedicaban a la elaboración de fino encaje en el sur de Bélgica. Llevada a París por un aristócrata francés, se valió de su carisma y su interés por el diseño para desarrollar conexiones sociales (era amiga de Cocó Chanel). De la mano del diseñador George Barbier conoció a Louis Cartier, uno de los hermanos que regentaba la famosa casa joyera, quien confió en su gusto para supervisar la creación de accesorios como bolsos. Sus diseños impactaron a las jóvenes herederas de la época (1920- 1930) porque Toussaint lograba interpretar los caprichos y gustos de multimillonarias como Marjorie Merriweather-Post.
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Fue tal el éxito de Toussaint que Cartier la designó, en 1933, directora creativa. Los diseños de pantera entonces se volvieron aún más frecuentes en las colecciones de Cartier (Louis Cartier llamaba “Petite Panthère” a su directora creativa) y también muy codiciados. ¿De dónde vino la inspiración del felino? A principios del siglo XX, prevalecía una fascinación por los animales exóticos, por lo que cuando Cartier encomendó a Barbier la ilustración en acuarela de una invitación para mostrar sus colecciones en 1913, fue Toussaint quien sugirió el dibujo de una dama moderna y llena de collares, a cuyos pies reposaba un gran felino negro. Cartier, encantado, luego comprendió que era Toussaint la inspiración del dibujo y llevó el diseño de pantera a los relojes, antes de contratarla en 1920.
Toussaint se encargó de reforzar la idea de “Petite Panthère”: usaba un abrigo que se decía era de pantera y desde su puesto de directora llevó al felino a broches, collares, anillos, pulseras y hasta cigarreras.
Cartera Graphique Panthère de la última colección de Cartier y pulsera de oro blanco y diamantes de Pantera / Foto: vía Cartier web
Wallis Simpson, Barbara Hutton y la princesa Nina Aga Khan, mujeres que señalaban las tendencias para ese tiempo, se convirtieron en “adictas” a las joyas diseñadas por Toussaint, piezas que ahora forman parte de colecciones privadas y de museos como genuinas obras de arte. Ahora la pantera aparece no sólo en joyas, sino en bolsos, gafas y hasta botellas de perfumes de Cartier.
Una viuda exitosa
El champán Veuve Clicquot debe su nombre a la mujer que le dio un auténtico impulso a la bebida burbujeante, en una época en la que nadie consideraría siquiera hacer negocios con una emprendedora. Barbe-Nicole Ponsardi nació en la región francesa de Champagne en 1777 y, por cuestiones sociales, se casó Francois Clicquot (heredero de un rico empresario textil). Francois aspiraba a fortalecer el naciente negocio de vinos de la familia, pero la fiebre tifoidea acabó con su vida cuando apenas comenzaban a exportar las bebidas por Europa.
Edición especial de Veuve Clicquot con etiqueta y estuche diseñados por Paola Paronetto / Foto: vía Veuve Clicquot web
Madame Clicquot, de sólo 27 años de edad, resolvió hacer realidad el sueño de su esposo y estableció estrategias con un embajador comercial para vender sus vinos y champañas como bebidas de alta categoría y de lujo. Para los tiempos en los que tomó las riendas del negocio, la champaña no tenía el estatus que en el presente tiene, ya que el potencial comercial de la región de Champagne eran los textiles (la familia Ponsardi también dependía de este negocio).
No fue fácil elevar la categoría de la champaña mediante la exportación, debido a los constantes conflictos bélicos en Europa, entre ellos los de Napoleón con Rusia. Convenció a su suegro, Monsieur Clicquot, para mantener a flote la compañía de vinos, estudió con enólogos y lanzó la apuesta de llevar a San Petersburgo, el vino del cometa (un excepcional vino de 1811 atesorado en las bodegas de Clicquot y llamado así por el meteoro visto ese año). Su estrategia fue llevar las botellas hasta la región de Konigsberg, a medio camino entre Francia y Rusia, para que, al finalizar la guerra, estuvieran más cerca de la ciudad de los zares (varios kilómetros por delante de su más encarnizada competencia).
Aparte de su visión de marketing y competitividad para alcanzar la aprobación de la aristocracia y nobleza rusa (la más rica del planeta para la época), Madame Clicquot perfeccionó el método de champañizado no sólo para producir una mejor bebida sino para agilizar su producción, un método aún usado para lograr una champaña burbujeante y cristalina. Además, la etiqueta amarilla es también parte de su legado.
Cada año, desde 1972, la maison Clicquot distingue con un reconocimiento a las mujeres audaces que procuran un cambio en la sociedad, como Madame Clicquot lo hizo hace 200 años.
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