Recoveco: sabor en la montaña
Héctor Padura, chef del restaurante, explica que después de años de trabajo…
Héctor Padura, chef del restaurante, explica que después de años de trabajo han logrado resumir la clave del funcionamiento del local: comida sabrosa, sana y saludable. Esas tres características se mencionan fácilmente, pero llevarlas a cabo es un poco más complicado de lo que parece. Diferentes proyectos internos, como su huerto orgánico, colaboran con la parte sustentable. De él cosechan gran parte de los vegetales y hierbas que utilizan en su cocina, a escasos metros de los fogones, y lo aprovechan para experimentar con productos imposibles de conseguir en el mercado.
La propuesta es saludable pero no de una manera obvia. La logran haciendo ajustes y cuidando ciertos detalles en sus recetas y métodos de cocción como, por ejemplo, eliminando el gluten de sus platos. Para ellos sí es posible disfrutar de un buen corte de carne o cerdo tratado con respeto, condimentado con hierbas frescas y acompañado con vegetales orgánicos y, al mismo tiempo, calificarlo como cocina saludable.
Con solo ver su oferta o ver las fotos se puede saber que la parte ‘sabrosa’ de la fórmula es segura. Uno de los platos que no han podido sacar de la carta en siete años es la crema de zanahoria con ralladura de chocolate al 70%, la cual ahora, en vez de tener un cubo de salmón, viene con huevas de trucha merideña, cambio que en mi opinión la ha elevado a otro nivel en cuanto a la combinación y contraste de las texturas y sabores de cada elemento.
Otra muestra del trabajo de Héctor es el pastel de identidad que creó en homenaje al último libro de Miró Popic. Una interpretación de la hallaca, hecha con masa de cachapa fresca rellena de guiso de cazón y plátano maduro frito, con ají dulce fresco y queso blanco Santa Bárbara rallado que acompañan con una taza de crema de caraotas del huerto.
Entre otros manjares de la casa destacan los langostinos sobre piedra caliente con caramelitos de ajo y jengibre sobre salsa de ajíes y coco, el sorbete de tomate de árbol, los ñoquis de apio salteados en mantequilla de papelón, acompañados de cochino frito, ají y cilantro, y el huevo cocinado en dos tiempos, sobre papas fritas y mayonesa de chorizo. Justo cuando uno cree que la velada no puede ser más perfecta, llegan a la mesa las dos estrellas de la carta y sin duda mis favoritos: la hamburguesa de asado de costilla de cerdo con batata frita, huevo de codorniz y un cebollín frito, seguida por el solomo madurado durante treinta días, servido con salsa bernesa, papas a triple cocción y vegetales del huerto. El cierre es un helado de romero con reducción de balsámico, piña y perfume de grappa o ron.
Calle La Soledad, casa 955, al final de la carretera, Urbanización Galipán, Manzanares, Parque Nacional El Ávila