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Duchamp, el arte de negar

En el Museo de Arte de Filadelfia, como la apoteosis de un…

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Marcel Duchamp
Marcel Duchamp. Foto: jakeorr.co.uk
Marcel Duchamp. Foto: jakeorr.co.uk

Marcel Duchamp. Foto: Henri Cartier-Bresson. Serie Portraits of the Artists.

La novia desnudada por sus solteros. Materiales: aceite, barniz, lámina de plomo, y polvo en dos paneles de vidrio. Dimensiones: 9 pies 1 1/4 ipulgadas × 70 pulgadas × 3 3/8 pulgadas (277.5 × 177.8 × 8.6 cm). Foto: philamuseum.org

La novia desnudada por sus solteros. Materiales: aceite, barniz, lámina de plomo, y polvo en dos paneles de vidrio. Foto: philamuseum.org

En el Museo de Arte de Filadelfia, como la apoteosis de un entramado circuito, La novia desnudada por sus solteros aún es la culminación de un recorrido que atraviesa literal y simbólicamente las etapas más importantes de la historia del arte occidental. Con ella acaba no solo un largo camino por las distintas salas que contienen obras maestras desde la Edad Media hasta el abstraccionismo, sino que, desde la perspectiva histórica, con ella termina también la representación mimética del mundo a través del arte.

Duchamp dejó la obra definitivamente inconclusa en 1923, y tal como señala Octavio Paz en su obra La apariencia desnuda (1973), este abandono en sí mismo es un acto rebeldía contra el arte representativo (o retiniano como lo llamaba Duchamp) a través del cual se inaugura una nueva perspectiva de la creación artística.

Con la aparición de la fotografía, la filmografía y otras maneras de captar el mundo, la función mimética de la pintura perdió su entelequia y su razón de ser. Según Duchamp, la pintura en lugar de comunicar imágenes, ahora debe comunicar ideas por lo que El Gran Vidrio, como también es conocida la obra, debe ser en muchos sentidos la negación de la aprehensión visual del arte.

La novia… viene acompañada por un extraño instrumento que determina su significancia: La caja verde que contiene una serie de instrucciones a través de la cual se comprende la obra; sin ella es un aparato vacío de contenido artístico. El lenguaje, entonces, se convierte en arte.

La novia desnudada por sus solteros. Marcel Duchamp. Foto:philamuseum.org

La novia desnudada por sus solteros. Marcel Duchamp. Foto:philamuseum.org

El lenguaje está compuesto por una serie de signos arbitrarios que permiten comunicar nuestros pensamientos, esos signos son conocidos y universales para todas las personas que participan de nuestra lengua, por lo que cuando decimos “mesa” no sólo nos referimos a una tabla con cuatro patas en particular sino a un concepto general de todas las mesas. Duchamp creía que podía hacer una relación equivalente con la pintura. De acuerdo a su propuesta, el arte retiniano había degenerado el proceso de creación artística y la representación había perdido el carácter universal y simbólico que había tenido hasta la Edad Media. A partir del renacimiento, con la aparición de la perspectiva, surge un nuevo concepto de la función artística, la cual pierde su carácter moralista-religioso para ser efectivamente representativa, es decir, una mímesis del mundo.

El espectador ingenuo –es decir, la mayoría de nosotros– siente cierta reticencia a apreciar una obra que escapa del reino de la belleza o de la fealdad. Duchamp así lo quería. La novia… no es hermosa ni horrible, es una idea; es un enfrentamiento a lo que solía ser el arte desde el renacimiento y que en definitiva en el siglo XX perdió sentido. ¿Qué deseo puede tener un artista de representar una realidad fragmentada y golpeada por la Primera Guerra Mundial? El expresionismo alemán se encargó de transmitir el sentido de vacuidad y desolación, el mundo ya no necesita ser copiado, sino expresado. Frente a su realidad, el artista solo tiene un arma: el símbolo. En última instancia, Duchamp nos niega el placer estético y en su lugar lo sustituye con otro, el de la negación de la realidad como un símbolo y única forma de trascendencia de la modernidad.

web philamuseum.org