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4 cuartos: una habitación propia

En los espacios de Cerquone Projects, La Castellana, Caracas, se presentó la…

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Foto cortesía: Cerquone Projects

Foto cortesía: Cerquone Projects

En los espacios de Cerquone Projects, La Castellana, Caracas, se presentó la 3ª edición de 4 Cuartos: una habitación propia. Este proyecto se trata de un recorrido visual de cuatro exhibiciones, las cuales se complementan debido a las técnicas y lenguajes de arte contemporáneo que presentan cada una de las obras.

Isabel Cisneros, Dianora Pérez, Malu Valerio y María Virginia Pineda son las artistas que conviven en esa habitación y, en cada espacio o rincón, ellas muestran sus obras que hablan desde la soledad de un universo que se proyecta hacia el mundo bajo diferentes percepciones.

En palabras de la investigadora, Gabriela Mesones, los cuartos son una ventana al inconsciente, paredes que observan nuestro insomnio, los pensamientos malignos, las pesadillas, el más allá.  Es por esto que las habitaciones suelen ser representadas como una extensión del cuerpo y la personalidad humana; pero acá hay cuatro cuartos, habitaciones propias y errantes que nos hablan desde la nostalgia de un mundo que reside más allá de sí mismo. Vemos acá cuatro rincones de nuestra naturaleza abyecta, vistos a través del temperamento. Recordemos cuál es ese mundo, sus azotes de oscuridad, la violencia que sale de sus sombras, sus estrategias de poder y su creación de vulnerabilidad. Acá hay cuatro cuartos que subrayan las atrocidades del mundo y la belleza de la destrucción. Son cuatro cuartos sin miedo ni pudor, en los que se vislumbran las migajas de algo que alguna vez estuvo vivo.

Ahora bien, compartiremos los textos que presentan cada cuarto

1º Cuarto: Obsolescencia de Isabel Cisneros

Nuestra extraña, mágica relación con la tecnología en tiempos de censura, colapso energético y economías fracturadas se remiten a una selección de ensamblajes hechos en la luz y en la oscuridad. En Obsolescencia, Isabel Cisneros  nos muestra la cotidianidad como maquinaria, sus engranajes como una meticulosa disposición de elementos caducos. Cada pieza es una oda a la lentitud, al desgaste, a la antigüedad de las carcasas de metal con las que hacemos vida y la astucia humana fungidas en ellas. Si la tecnología fue hecha a imagen y semejanza del hombre que la opera, poco sorprende que nuestro sistema de vida haya colapsado junto a las adquisiciones tecnológicas que nos ayudan a sobrellevarla. Este es el retrato del colapso, la astucia, la paciencia, el pasado.

Foto cortesía: Cerquone Projects

Foto cortesía: Cerquone Projects

2º Cuarto: Gedeón de  Dianora Pérez

En búsqueda de sintonía con un paisaje de guerra, palabras y/o imágenes que se quedaron atrapadas en la virtualidad, Dianora Pérez, en Gedeón, muestra una serie de grabados que corresponden al último mensaje de voz transmitido por las siete víctimas de la masacre del Junquito. ¿Qué hay que hacer cuando se termina una guerra para recordar a los caídos? ¿Qué transmiten los sonidos cuando la muerte acecha? ¿Cómo desmontar la violencia a través de la musicalidad de las palabras, las denuncias, los enfrentamientos? Cada grabado retrata un fragmento de vida, y con ellos, preguntas en torno a la transmutación de la muerte y su encuentro con el espíritu humano: inquebrantable, finito, vulnerable, en busca de una última conexión humana antes de la despedida.

Foto cortesía: Cerquone Projects

Foto cortesía: Cerquone Projects

3º Cuarto: Morada de Malu Valerio

La violencia contenida en los procesos domésticos suele ser un hecho silente, amortiguado por el ruido de una sociedad indiferente. Malu Valerio, en Morada, desmenuza las dinámicas de poder manifestadas en la intimidad; oculta, contenida y demoledora, a través de multiformatos que se enfocan en la vida de uno de los casos de violencia de género más desgarradores de la historia contemporánea venezolana: Linda Loaiza. En esta instalación podemos hurgar,  en la ruptura de identidad y los procesos que gestaron, poco a poco, sus quiebres. En esta habitación no se aceptan espectadores, sino investigadores latentes de mirada fija en las dinámicas de abuso detrás de la violencia física, estatal, policial y mediática que conforman las jerarquías de poder a través del género. Morada es un océano de tela y violencia, pero también es un susurro de fuerza oculta y búsqueda de sosiego.

Foto cortesía: Cerquone Projects

4º Cuarto: Paisaje a Máquina, María Virginia Pineda

Acá, un ejercicio contemplativo para observar desde la memoria, un acercamiento analítico a la reconfiguración de la percepción y el acto creativo. En Paisaje a Máquina, María Virginia Pineda habla desde la descripción para encarar la historia y su aproximación al género. Se recurre al arte como pensamiento, a un mundo sin color, imagen o sensación, a un universo de palabra y razón, que nos remite a las posibilidades ocultas del alma. Sin embargo, la pulsión a la razón deja un vacío, la nostalgia por el sentir nos remite a otro abismo, a un universo sin aire ni suelo, a un espíritu sin carne ni sangre.

Foto cortesía: Cerquone Projects

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